domingo, 8 de marzo de 2009

Bailaré sobre tu Alma...


Algo en usted me resulta familiar, quizás sea esa cojera que le hace acariciar el suelo con más intensidad, o la pintura de labios, de un rojo demasiado descarado, vistiendo su boca con un trazo guerrillero, labios que se adivinan antaño jugosos como una ciruela madura.

Sin ningún por qué (o quizás por el brillo de sus ojos, o la arruga burlona de su comisura, o simplemente se acaba mi otoño y necesito hablar) me gustaría desgranarle mi pasado, mi tesoro imperecedero resguardándose del tiempo entre pecho y corazón.

Cuando era joven perdí la cabeza por una bailarina cuyas piernas prometían no envejecer nunca, su cintura cimbreaba entre mis manos, como una llam¡ta en la hoguera, tan sutil y poderosa. Su voz, tan parecida a la de usted pero más fina e inocente, aún resuena en mis noches de manta junto a la lumbre diciendo "bailaré sobre tu alma", y riendo campanillas se esconde en un vértice del cuento...
Pero no llore usted, que las lágrimas no le hacen justicia, ni me la van a devolver...
Ya le digo, si hoy pudiera tenerla cerca, aliento dulce de canela y limón, solo le diría ríete, amor mío, que has vencido al tiempo, que para mí sigues danzando en los más hondo del recuerdo...